SEMPREVIVA nace del deseo repetido, y nunca cumplido de hacer una fragancia eminentemente solar. La siempreviva (Helichrysum italicum, es decir “sol dorado” en latín) no acepta medias tintas. O la amas o la odias. Eso me persuadía a cada intento de insistir con una formulación basada en esta planta. Pero este año, excepcional en muchos sentidos, me ha hecho perder todos los miedos y prejuicios y me lancé, tan pronto como brotaron las primeras siemprevivas, a hacer realidad mi sueño. La formula se ha ido cociendo durante años, verano a verano, sol a sol.
La primera intuición fue mezclar siempreviva con hinojo. Las dos, plantas estivales de gran resistencia y resiliencia. Más tarde vi con claridad que el limón debía acompañarlas. El limón, de todos los cítricos, se me antoja el más solar, no solo por su color amarillo sinó por la energía que contiene albergando en su jugoso interior una explosión de contrarios, aunando dulzor y acidez como ninguno.
Todo esto se acercaba a una eau de cologne. Una muy particular, pero colónia al fin y al cabo. Y la idea me gustó. Trabajar con una base cítrica, de salida aromática, que le diese a esta mezcla solar un toque de frescura. De nuevo, la contradicción como fuerza. Sólo me quedaba cerrarla con una fijación que estuviera a la altura. La respuesta llegó por sí sola, durante un paseo por el camí de ronda que va de Cala Tamariua (Port de la Selva) a Cala Fornells, donde hice una recolección espontánea de siempreviva, cap d’ase y resina de pino para hacer una tintura. ¡Ahí estaba!
El resultado es la re-interpretación de una eau de cologne fresca con la intensidad y la calidez de un perfume resinoso. Una celebración de la contradicción, como fuerza creadora, como la que genera la fusion nuclear y el choque de fuerzas en constante movimiento de nuestra estrella más cercana.