Quizás debería titularse “primeros fracasos”. La destilación por arrastre de vapor es una técnica ancestral. No hay nada tecnológicamente sofisticado en ello. Calientas agua hasta que hierve, el vapor pasa por la planta arrastrando sus propiedades, se condensa y sale en forma de hidrolato, que contiene, en el mejor de los casos, algunas gotas de aceite esencial. Leído, o incluso observado de cerca, el proceso no parece complicado, pero entonces llegan los matices, y la cosa adquiere otro nivel. Es como cuando te explican como hacer una tortilla de patatas. Dices, vale, esto lo se hacer. Pero no. A veces lo más sencillo es lo más complejo. La calidad final depende de los pequeños detalles, y esos no te los cuenta nadie. Concretamente en lo que respecta a la destilación no existe ningún manual práctico ni publicación alguna que te resuelva las muchas dudas que te asaltan. Hay unos cuantos factores a tener en cuenta: las cantidades, el estado y las partes que utilizas de la planta, la temperatura, el tiempo de destilación, y éstas varían con cada especie.
Pues bien, mis primeros intentos con la destilación fueron realmente decepcionantes. Reviso mis notas de laboratorio y todo son fracasos, escritos en mayúscula y con signos de admiración. Lo que puedo asegurar, es que sólo puedes aprender haciendo, y equivocandote mucho. Para ello necesitas tiempo y ser muy metódico. No te queda otra, cuando apuestas por la vía autodidacta, que sin duda, es la que a mí más me motiva.
Lo primero era encontrar un buen alambique. Me pasé un buen tiempo consultando en internet y preguntando a remeieres conocidas de la zona. De nuevo, no parecía haber mucho secreto, pero sin embargo podrías equivocarte mucho si comprabas mal. Al final escogí la opción que sonaba más séria: una marca italiana de alambiques y cubas de acero inoxidable. Un alambique compacto con 30 L de capacidad, ideal para hacer pequeñas destilaciones y experimentar con recolecciones solitarias.
Mi primera destilación está fechada el 13 de Diciembre del 2015. Era de romero. Por precipitación ( y presa de una enorme excitación) no apunté el peso de la planta utilizada ni calculé los tiempos. Fué un total desastre y a penas conseguí unos 0,6 ml de aceite esencial de un color sospechosamente anaranjado.