Ahora sí, esta vez se trata de un hombre. Pero de un hombre que encaja perfectamente en la expresión americana de “larger than life”. Edward Abbey fue un hombre de acción, que escribía sobre lo que hacía y que decía lo que pensaba. Para mí, más allá de su vinculación a la protección del entorno natural y su escritura enormemente accesible, directa y de verdad, me cautiva su carácter disruptivo, su ánimo aventurero y ese espíritu anárquico y solitario del auténtico librepensador, siempre nadando a contracorriente.
Políticamente incorrecto, era un enamorado de los cínicos griegos y un experto en las enseñanzas de Diógenes, su representante más popular. De hecho, ya en la segunda mitad del siglo IV a.c, estos filósofos de la libertad, denunciaban el consumismo y la degradación de la sociedad humana y animaban a las personas a regresar a lo básico y a contactar de nuevo con la naturaleza. Edward practicó esas enseñanzas hasta el día de su muerte. Quizás algunos no lo consideren un Nature Writer, pero desde mi punto de vista, encarna, como pocos, el espíritu libre de los ríos, la presencia incontestable de las rocas y el instinto de supervivencia inherente a cualquier ser vivo.
Son varias las lecturas que recomendaría de él. Sin duda, la que más me acercó a la persona y a su amor incondicional por la naturaleza, es su ensayo “Desert solitaire”, que narra sus días como Ranger forestal del Arches National Monument Park en Utah. El capítulo sobre los minerales es una joya.
“The Monkey Wrench Gang” es posiblemente su novela más popular y la que lo convirtió en un mito de la contracultura y el activismo medioambiental. Esta loca historia llena de aventuras, humor y sabotajes, se inspiró en la vida de muchos activistas reales que Edward conoció durante su lucha contra la presa del cañón de Glen. Como he dicho, él escribía sobre lo que conocía.
Para acabar, una joyita del pensamiento anarquista, encarnada por un cowboy solitario, que Kirk Douglas llevó al cine, en una de las mejores adaptaciones de una novela que ha dado la historia del cine. La novela se llama “The brave cowboy”, la película “Lonely are the brave” . Con Walter Matthau, la genial Gena Rowlands y el mismo Kirk Douglas en el reparto. Curiosamente, esta película no es muy conocida. Posiblemente por las ideas políticas que desprende, pero si no la has visto todavía, te la recomiendo encarecidamente. Destaca también la presencia de una preciosa yegua, que comparte protagonismo con el resto de los actores. Una maravilla.
No puedo negar que me hubiera gustado acompañar a Edward en alguna de sus misiones de sabotaje. Mirar las estrellas juntos en las solitarias noches del desierto de Utah, o bajar por los rápidos de algún rio desconocido y ponerle nombre a una roca o una playa de la rivera. No creo que fuera necesario hablar. No si él no quisiera. Nuestra conversación sería con el paisaje. Una conversación inagotable y llena de enseñanzas, alejada de la palabrería de las ciudades y sus envilecidos habitantes.