La jara , especialmente la jara pringosa ( Cistus Ladanifer), se utilizaba, desde la antigüedad en perfumería, como efectivo fijador natural. La más popular, por la enorme calidad de su ládano, era la que se exportaba del sur de España, donde cubría ( y todavía cubre) extensas porciones de paisaje. Hoy en día, ya no es negocio y la jara ( como también llaman en Extremadura a las extensiones donde prolifera esa planta) son sinónimo de tierra mala y pobre. Un mal negocio. Sin embargo, cuando yo visito esa región, no dejo de maravillarme al ver esos montes cubiertos de jara pringosa, echada a perder, soltando ese peculiar e intenso olor a cuero que, en su tiempo, cautivó a tantos perfumistas.
Son muchas las consecuencias de la entrada de los aromas y fijadores sintéticos en el mercado de la perfumería, pero la transformación del paisaje es, de lejos, la menos contemplada.
La persona que me descubrió el enorme poder fijador de la jara pringosa fué mi padre. Y eso, fué mucho antes de saber que yo me dedicaría a esto. Me lo contó, con nostalgia, haciendo referencia a las campañas de recolección que se hacían en su juventud, y que servían para limpiar los montes y dehesas de este arbusto invasivo. Era un buen sistema de limpieza para bosques y márgenes, que además producía ingresos y mantenía el campo cuidado.
Ya tenía mi fijador vegetal. Pero no todo iba a ser tan fàcil. Las estepas, en general, tienen un rendimiento de destilación muy bajo, y se precisa de mucha cantidad de planta para conseguir el mínimo volumen necesario. Tendré que esperar a la nueva campaña (primavera del 2017) para valorar debidamente su función en mis formulaciones. Lo que es seguro, es que las estepas, son unas de las plantas más presentes en nuestro paisaje y que juegan un papel fundamental en el olor característico del Empordà.
Aquello se me quedó grabado, por alguna razón, y cuando comencé con este proyecto, recuerdo mi enorme excitación al descubrir que la estepa negra ( Cistus Montpeliensis), muy abundante en el Empordà, especialmente en los montes arrasados por el fuego, era de la misma família. Sin llegar al poder fijador de la jara pringosa, la estepa negra es la especie que más se le acerca, seguida de la estepa blanca ( Cistus Albidus) y la borrera ( Cistus Salviifolius) ambas muy abundantes también en la región.
Lo primero que me llamó la atención de esta planta fué, como no podía ser de otra forma, su intenso y penetrante olor cálido y ligeramante dulce, como almizclado, que ya sin tocarla, resultaba enganchoso. Al tacto, es inconfundible por la pringosidad de sus hojas y en primavera por sus flores blancas que contrastan con sus hojas brillantes de un verde oscuro.